sábado, 2 de mayo de 2009

OBSERVACIONES SENCILLAS EN EL CASO DEL VIRUS DE LA INFLUENZA

• Una persona infectada por el virus puede tardar entre tres y siete días en desarrollar los síntomas de la enfermedad, pero a partir del segundo o tercer día puede contagiar a otras. Esto quiere decir que el contacto sin precauciones con alguien aparentemente sano es peligroso.
• La vía de contagio más común es el contacto con la saliva o secreciones nasales de un enfermo. Ambas se expulsan con los estornudos pero también pueden diseminarse con las propias manos que habiendo tocado las mucosas nasales o bucales toquen luego superficies expuestas al contacto de otras personas (mesas, escritorios, picaportes, pasamanos, teléfonos y un larguísimo etcétera). El bicho sobrevive entre 48 y 72 horas en esas condiciones.
• El virus ingresa al cuerpo humano principalmente, aunque no exclusivamente, a través de las zonas húmedas de la cara (ojos, nariz y boca), sobre todo a través de las membranas mucosas de la nariz.
• Contrario a lo que muchos decían hace una semana, las altas temperaturas ambientales, el calor, no inhiben la propagación del microorganismo. Se ha encontrado incluso que una elevada humedad en el ambiente favorece su permanencia y desplazamiento. Con esa serie de datos, en los que hay coincidencia generalizada por parte de los expertos, se llega a las siguientes conclusiones:
• La mejor manera de prevenir el riesgo de contagio es evitando el contacto con otras personas, particularmente en grupos grandes. Idealmente, lo mejor sería no salir de casa y abstenerse de recibir visitas. Si esto no es posible, reducir al mínimo el contacto físico con los demás: evitar saludos de mano, abrazos y besos. Recuerde que aunque los demás se vean sanos, pueden ser ya portadores del virus.
• Cada vez que se tenga contacto con otros o con superficies y objetos susceptibles de contener el virus, abstenerse escrupulosamente de llevarse las manos a la cara y correr a lavárselas con jabón o, de preferencia, con algún antibacterial. La higiene personal en lo general, pero en especial el lavado de manos, debe extremarse.
• El tapabocas tiene una utilidad relativa pero de algo sirve, sobre todo cuando se anda en la calle o se convive obligadamente con otras personas. Además, otorga cierto grado de confianza que evita vivir angustiados.
• A los primeros síntomas de la enfermedad, o de alguna parecida, hay que acudir con el médico o al hospital o centro de salud más cercano. Nada de automedicarse ni de hacer desidia.
• No exponerse a contraer enfermedades comunes, como catarros, gripas o resfriados, por cambios bruscos de temperatura (como sucede al subirse al automóvil estacionado bajo el sol y prender de inmediato el aire acondicionado); o a infecciones intestinales por comer con descuido, ya que cualquiera de estos males aumenta el riesgo en caso de adquirir el virus de la influenza porcina o, en otra dirección, posibilita la saturación de las instituciones de salud.
• No caer en situaciones de pánico; nada de andar abarrotando las despensas como si el problema fuera de abasto de alimentos y no sanitario. Cuando se dan este tipo de comportamientos colectivos, quienes se sobre abastecen son los de mayores ingresos, provocando escases de muchos productos en perjuicio de las clases populares que viven al día.

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